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miércoles, 10 de noviembre de 2010
J. Haydn. Sinfonía nº 45 en Fa# menor “de los Adioses” (4º mov)
A Joseph Haydn se le conoce como el padre de la sinfonía. Padre, por otra parte, de una familia más que numerosa, pues el compositor dio vida nada menos que a 104 sinfonías, consolidando esta forma musical y dotándola de su estructura definitiva.
Escuchamos una música amable y de sutil elegancia, que se enmarca dentro del “estilo galante”, característico de la música del clasicismo, en el que las frases musicales parecen pedirse permiso unas a otras para intervenir en el diálogo, como personajes de la corte en plena reunión social.
Con esta música delicada y gentil, se busca complacer al oyente sin grandes artificios, pero con una elaboración exquisita y con protagonismo absoluto de la melodía. En consecuencia, la textura musical se vuelve más ligera, siendo características de este estilo las melodías intuitivas y predecibles, con finales de frase refinados, casi aristocráticos, como si de reverencias musicales se tratase.
En la época en que Haydn escribe esta sinfonía, se encuentra en la residencia de verano de su patrón, el príncipe Esterházy, que solía pasar allí los meses estivales, pero que en esta ocasión estaba alargando demasiado su estancia, y con ella la de sus músicos, que deseaban regresar con sus familias.
Se imponía la diplomacia para hacer ver al príncipe que los músicos deseaban volver casa, y Haydn, con su particular sentido del humor, decidió componer esta sinfonía en la que en el último movimiento, que es el que ahora escuchamos, los músicos se van “despidiendo”, levantándose, apagando la vela de su atril y abandonando la orquesta, quedando solamente dos violines en el momento final (uno de ellos sería el propio Haydn), que se levantan también al terminar, sugiriendo así la necesidad de un descanso.
Parece ser que finalmente el príncipe entendió la indirecta de Haydn y los músicos pudieron disfrutar de sus vacaciones.
Disfrutemos nosotros de su música.
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